Las premisas orientales de la teología patrística



Las premisas orientales de la teología patrística





Pavel Evdokimov














...En su enseñanza sobre el conocimiento de Dios, los Padres orientales ante todo subrayan que el proyecto divino de la creación del hombre llevaba ya en germen la futura Encarnación del Verbo. La Creación y la Encarnación están así mutuamente implicadas; la una completa a la otra. Es por esto que para el Oriente la encarnación habría tenido lugar también fuera de la caída, como expresión del amor divino y término último de la comunión entre Dios y el hombre. El ícono de la Theotokos (1) que tiene en sus brazos al Niño Jesús es justamente el ícono de la Encarnación, la “Eleúsa” (2), ternura indecible entre lo divino y lo humano. También la concepción eucarística de la eclesiología profundiza el mismo misterio Encarnación-Comunión y muestra en la Iglesia el lugar de unión sustancial entre Dios y el hombre.

...Para poder percibir este misterio, “el hombre –afirma S. Gregorio de Nisa- lleva en sí un cierto grado de conocimiento de Dios” (3) y para responder al deseo divino – destaca S. Máximo el Confesor – “Dios ha puesto en el corazón humano el deseo de Dios” (4). Es, entonces, en su misma naturaleza, creada a imagen de Dios, que el hombre está predestinado al conocimiento de Dios. ¿Cuál es el órgano de este conocimiento?

El Oriente distingue entre la razón y su diferenciación discursiva hasta el infinito, dirigida hacia lo múltiple y los opuestos, por una parte, y la inteligencia, la superación de los opuestos y la integración intuitiva hasta la unidad y el uno, por la otra. Evagrio no repara sólo en la diferencia de grado: “la inteligencia reside en el corazón, el pensamiento en el cerebro” (5). Este es verdaderamente un principio escriturístico, ya que los hebreos del tiempo del Antiguo Testamento pensaban con el corazón: corazón en el sentido bíblico, centro metafísico del ser humano, sede de la inteligencia y del nus (6). De hecho, no es una negación del pensamiento discursivo, sino el reconocimiento de sus límites que postula su integración en la “inteligencia renovada en Cristo” de la que habla S. Pablo. El Oriente nunca ha cultivado la autonomía de la razón natural – lumen naturale rationalis. Dios, en su Revelación, al volverse hacia el hombre obra una transfiguración de su espíritu. El conocimiento de Dios, también la natural, es siempre carismático. Según Orígenes, la gracia de laTheoría (7) eleva a todo hombre por encima de sí mismo (8). Los eslavófilos lo llaman “conocimiento vivo”, conocimiento-vida, conocimiento-amor y comunión.

...Ellos siguen la patrística oriental, que ignora la distinción entre una “vía del amor” y una “vía del conocimiento”. Normalmente, el verdadero conocimiento es siempre caritativo y el amor es siempre intelectivo, los dos culminan en un solo acto indivisiblemente caritativo e intelectivo. Es por esto que el gran principio del hesicasmo invita a hacer descender la inteligencia al corazón, para que la totalidad de las facultades del espíritu humano, sobreelevada e iluminada por la gracia, realice un cara a cara con los misterios de Dios, lo que implica la exclusión de todo concepto o imagen mental susceptible de interponerse entre el “corazón-espíritu” u “ojo del corazón” y el Creador.

...El pecado original, ante todo, ha separado la razón, del corazón; la gnoseología, de la axiología, lo que ha falseado la facultad de discernimiento y de valoración. Este estado de perversión ontológica reclama un acto de profunda mutación del ser – metánoia- y eso es precisamente el acto de fe. Es necesario subrayar con fuerza su aspecto existencial y experiencial, que explica porqué la fe, en Oriente, nunca se defina en términos de adhesión intelectual, sino dependa de una mutación total del ser humano por la “evidencia” o la “certeza” pascaliana vivida en una cierta “experiencia de lo Trascendente”. San Máximo precisa: “yo llamo experiencia al saber mismo en acto que sucede más allá de todo concepto…, la participación en el objeto que se revela más allá de todo pensamiento” (9). Es un símil conocimiento contemplativo por participación que constituye según los Padres una verdaderaTheognosía (10). Teologizar equivale a traducir en términos teológicos la comunión con Dios, e exponer su contenido. La teología implica ciertamente un elemento doctrinal, el kerigma, la didascalia y la catequesis, pero, más profundamente, la Iglesia cultiva la linfa del conocimiento, escuchando a sus santos y Padres, alimentándose en su experiencia del Espíritu Santo, en su coloquio con el Verbo, y a este mismo Verbo ofrece a todos en su liturgia.

...Como muestra el título del tratado del Pseudo Dionisio el Areopagita Perì mystikés theologías (Sobre la teología mística), teología mística significa, en oposición a todo conocimiento cerebral, teología del misterio que no se conoce si no es por revelación de parte de Dios y por participación receptiva de parte del hombre. La trascendencia de Dios nos enseña que Aquel no pude ser conocido desde el exterior, que no se puede nunca ir hacia Él, sino partiendo desde Él mismo, que encontrándose ya en Él, que siendo tocados por su proximidad, afectados por sus energías deificantes.

...La lucha dogmática por la Verdad, en el tiempo de los concilios ecuménicos, no consistía en defender ningún conocimiento formal destacado de la economía de la salvación, sino buscar el precisar una vía salvadora eminentemente práctica, respondiendo a cuestiones de vida o muerte. Una teología tal, llevando simplemente una propedéutica de enseñanza y una cultura, aparece ante todo, y en su misma aspiración, como una vía experimental de la unión con Dios. Se comprende mejor en esta luz la definición orante de la teología dada por Evagrio: “si oras verdaderamente eres teólogo, y si eres teólogo orarás verdaderamente” (11). Es una vía contemplativa, generadora de unidad y que se aparece en su naturaleza en el misterio eucarístico, consumación eucarística de la Palabra.

...De este modo, en el espíritu de los Padres la teología se erige en ministerio carismático, ya que “nadie puede saber qué es Dios, si no es Dios mismo el que se lo enseña”; “No existe otro modo de saber quien es Dios, que el vivir en Él”. “Hablar de Dios es una gran cosa, pero es más preferible entonces purificarse en Dios”, dice S. Gregorio Nacianceno (12). El tropario de Nona lo afirma a su modo: “Entre los dos ladrones, tu cruz apareció como una balanza de justicia, que hundió a uno en el infierno bajo el peso de su blasfemia, al otro aliviando el peso de sus pecados por conocer la verdadera teología”. El buen ladrón es teólogo, él tiene la experiencia inmediata de Dios, lo ha reconocido y le ha dirigido su oración.

...La vocación teológica invita a superar la suficiencia puramente enciclopédica, ya que ella no es una competencia de la razón natural, sino que se enraíza en la luz del Verbo. En su iniciación, los Padres muestran la ascesis como la parte preliminar del arte teológico y la oración como un “estado” –katástasis- de la inteligencia, una receptividad orante abierta a la Revelación fulgurante de lo Trascendente.




...(1) La que da a luz a Dios, Deípara, usualmente se utiliza la expresión “Madre de Dios”, que carece de la misma precisión dogmática e intensidad espiritual y emotiva (N. de T.).

...(2) Del verbo eleeo, La que se apiada, la que tiene ternura (N. de T.).

...(3) GREGORIO DE NISA, De beatudinibus, Oratio 6: PG 44,1269 BC.

...(4) MÁXIMO EL CONFESOR, Ambiguorum Liber: PG F 91, 1312 AB.

...(5) Centuriae gnosticae.

...(6) En griego, espíritu, intelecto, usualmente trascripto noûs (N. de T.).

...(7) Del griego Theo-oría, visión de Dios (N. de T.).

...(8) ORÍGENES, Contra Celsum, 7,42: PG 11,1481 C; 44:1484 C.

...(9) MÁXIMO EL CONFESOR, Quaestiones ad Thalassium, Quaest. 60: PG 90, 624 A.

...(10) Conocimiento de Dios, comprensión de lo divino (N. de T.).

...(11) De oratione, 60

...(12) GREGORIO NACIANCENO, Orationes, Or. 32,12: PG 36,188.